La relación de pareja puede compararse con un baile: si todo va bien (la música es agradable) la compenetración es perfecta, es un momento asombroso. Cada uno sabe los pasos que tiene que dar y también los pasos que va a dar el otro. Todo fluye.
Pero a veces, por distintas causas, el baile empieza a fallar y todo se retuerce, se comienza a mover a un ritmo descompensado e incluso se puede dar algún pisotón al otro. Todo se convierte en cualquier cosa menos en algo divertido. En esta situación, quizá se terminen las ganas de seguir bailando.
A menudo, en lo primero que se piensa es en poner fin a la relación. No obstante, si aún existe afecto, quizá sea preferible probar con alguna otra opción antes de dar este importante paso.
La terapia de pareja puede ser esa opción. Si hay predisposición por ambas partes, la terapia de pareja tiene un alto porcentaje de éxito.